octubre 27, 2013

Zombies: límite entre la originalidad y la comercialización

Recuerdo una época en la que los frikis, los vampiros y los zombies no gustaban a nadie. Primero se comercializaron los vampiros de una forma tan horrenda y sistemática que parecía que nada tendría éxito a no ser que contuviera vampiros. Más tarde, por alguna razón que todavía hoy no entiendo, los frikis dejaron de ser unos apestados para pasar a ser una moda (ojo que si eres friki de verdad sigues siendo un apestado).
Los zombies parecían algo seguro. No había muchas películas ni libros, pero eran buenos. Jamás pensé que se podrían comercializar por lo sensible que es la gente a las vísceras y la sangre. Pero el afán de ganar dinero va más allá. Zombies con sentimientos, zombies que piensan, zombies animadoras, zombies gatos… ¿qué será lo siguiente? ¿Zapatos zombies? Aunque siempre habrá firmes defensores de los zombies clásicos nocturnos que salen de tumbas y la variante del virus, hoy en día tendremos que convivir con zombies que hablan y que se resisten a comer carne humana (esos autores serán los primeros en morir en un apocalipsis de verdad).
Y ahora es cuando medio internet se estará preguntando si odio estas modas. ¿Respuesta? Sí, por supuesto. Claro que alguna vez he caído en los encantos de un vampiro rockero o un zombie protector (soy humana, mujer… centraos sobre todo en lo de mujer).  Pero todo tiene una parte buena, y, en este caso, las modas traen dinero. Y el dinero significa más obras de arte de las de antes, de las buenas.
Así que yo, como gran fan de los zombies de toda la vida, espero que mi querido George A. Romero se encuentre bien para hacer una última película de zombies.

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